En la década de 1960 se estableció una red mundial de sismógrafos para localizar con exactitud los epicentros de todos los terremotos y representarlos en mapas.
El resultado fue sorprendente: los terremotos se distribuían en estrechas bandas, denominadas cinturones sísmicos, donde también se encontraban los volcanes.
Esto es debido a que la litosfera se halla fragmentada en amplias zonas de "tranquilidad" sísmica y volcánica separadas por bandas de intensa actividad.
Cada uno de los fragmentos en que se encuentra dividida la litosfera constituye una placa litosférica.
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